Hoy os traemos una breve información sobre cómo era el Camino y la peregrinación a Santiago de Compostela en sus inicios.
A pesar de que durante la Edad Media el peregrinaje era una ruta muy común, no hay demasiada literatura sobre las experiencias del Camino. No obstante, sabemos que la fe y la devoción cristiana eran las principales motivaciones para hacer esta ruta milenaria.
¿Queréis saber cómo vestían los peregrinos del medievo? Muy pocos elementos se siguen conservando en la indumentaria moderna, pero la concha de vieira sigue presente más de mil años después de su inicio.
Introducción y contextualización
El Camino de Santiago es la denominación que reciben una serie de rutas y travesías de peregrinación cristiana, cuyo origen es medieval, que se dirigen a la tumba de Santiago el Mayor. Ésta se encuentra situada en la Catedral de Santiago de Compostela.
Santiago el Mayor fue uno de los Apóstoles de Jesús de Nazaret. La tradición cristiana nos dice que, tras morir martirizado, su cadáver fue trasladado a Hispania y enterrado en un lugar de Gallaecia (la actual Galicia).
En el siglo IX, en plena Edad Media, se caracteriza en Europa por ser el siglo de la unión política del cristianismo en torno a la figura de Carlomagno. En cuanto al contexto ibérico, la península ibérica está sumergida de lleno en la Reconquista, proceso histórico por el cual los reinos cristianos del norte de la península van a conquistar progresivamente Al-Ándalus a los musulmanes.
En este contexto, se descubre en el año 820 la tumba, entre los restos de un asentamiento romano, y sobre ella se edifica un templo que, con las sucesivas ampliaciones y remodelaciones en los siglos siguientes, dio forma a la Catedral de la que disfrutamos en nuestros días.
Si bien la ruta más concurrida y conocida en la actualidad es la denominada “Camino Francés”, no es la ruta primigenia del Camino. La ruta originaria es la conocida como el Camino Primitivo, de Oviedo a Santiago, inaugurada por el rey Alfonso II de Asturias, considerado el primer peregrino.

El Camino en los inicios
La ruta del Camino de Santiago Primitivo, de Oviedo a Santiago transcurría a través de la montaña asturiana, mientras que la travesía del Camino de Santiago Francés, con el tiempo la ruta más concurrida y en la que confluyen otras rutas, transcurría desde los Pirineos occidentales hasta Santiago. Esta ruta era larga y, por tanto, ocupaba meses.
En sus inicios, el Camino estaba mal señalizado y no estaba exento de peligros, dado que durante el trayecto había bandidos que asaltaban a peregrinos.
Una de las primeras guías del Camino de Santiago y su recorrido es el Códice Calixtino.
El peregrino en los inicios del Camino de Santiago: procedencia, condición social y motivaciones.
Las noticias, registros y testimonios acerca de los peregrinos que vinieron a Santiago de Compostela son muy variopintos según las épocas en las que realizaron el viaje, su país de procedencia, así como su condición social.
En este artículo, nos vamos a centrar en la época que abarca los inicios del Camino de Santiago, esto es, los siglos IX y X.
Al principio, la peregrinación se circunscribía a cristianos de la península ibérica, y más en concreto de la zona norte y noroeste.
Con el tiempo la peregrinación, como ocurre con otros procesos colectivos, creció de manera espontánea e importante, y ese crecimiento llevó hasta Santiago a gente de los más diversos países cristianos. De hecho, en el año 950, tenemos ya la primera constancia de un peregrino extranjero. Se trata de Gotescalco, obispo francés de Puy.
En cuanto a la condición social, las personas que realizan el peregrinaje a Santiago provienen de todos los estratos sociales de la Edad Media.
Si bien esto es cierto, los registros y testimonios de peregrinos varían según su condición social. Había de ser muy elevada su condición social para que un cronista se dignase a mencionar dicha peregrinación en su relato, y aún así no siempre, pues la peregrinación era una costumbre muy arraigada en la Edad Media, que su acto no merecía más consideración que la de cualquier otro acto corriente. Y debido a esto, nos quedamos sin conocer en profundidad las historias de peregrinos de una condición social más baja, que cumplieron con su viaje, sin que quedase constancia oficial alguna.
Las motivaciones a la hora de realizar esta empresa son bien conocidas, devoción y fe cristiana, en una etapa de la historia donde la religión estaba muy presente y marcada en todos los aspectos de la vida de una persona, así como de su propia identidad.
El peregrino en los inicios del Camino de Santiago: indumentaria.
La vestimenta de los peregrinos en la actualidad, dista mucho de cómo vestían los peregrinos en la Edad Media. En esos tiempos, los peregrinos solían vestir y llevar consigo los siguientes elementos:
- Bordón o bastón: si bien no es una prenda de vestir, formaba parte de los complementos indispensables de la indumentaria para los peregrinos. Se trata de una vara larga y recta que supera en altura al peregrino que la porta. Su función no era otra que ayudarse y apoyarse en el Camino ante las dificultades y peligros.
- Zurrón: pequeño bolso de viaje de cuero para llevar algún alimento, documento o dinero. Muchas veces adornado con conchas devieira.
- Capa: Elemento indispensable. No debía ser muy larga para facilitar la caminata. Servía para protegerse del frío, la lluvia y las bajas temperaturas.
- Esclavina: una sobrecapa pequeña para proteger los hombros del frío y la lluvia.
- Sombrero: sombrero de ala ancha. La utilidad del sombrero no era otra que protegerse del agua y también del sol.
- Calzado: el calzado empleado en la Edad Media para esta empresa eran sandalias, aunque era frecuente ver a peregrinos descalzos.
- Concha de vieira: complemento característico del peregrino como emblema jacobeo. Se solía colocar en el sombrero una vez el peregrino terminaba el camino, como señal de que este había cumplido su objetivo. También podía colocarse para adornar la esclavina y, en ocasiones, la capa y el zurrón. La concha suponía un símbolo para aquellos peregrinos que había terminado el Camino de Santiago. Una seña de haberlo logrado, un éxito.
Y aquí termina este post sobre una ruta milenaria que perdura hasta nuestros días, sin perder ese toque místico que tenía en sus orígenes. Si tienes cualquier duda, no dudes en ponerte en contacto con nosotros.