El Camino de Santiago ofrece múltiples posibilidades de alojamiento para quienes lo transitan, cada una de ellas con sus ventajas e inconvenientes.
Por un lado están los clásicos albergues, que pueden ser tanto públicos como privados. Por lo general los albergues públicos demandan mayores requisitos para su utilización que los privados: los que caminan tienen prioridad sobre los bicigrinos, no admiten peregrinos que hayan contratado servicio de transporte de equipaje, miran con lupa las credenciales, no admiten reserva por adelantado… ¡pero a la vez son mucho más económicos!
El lema principal de los albergues en general, es COMPARTIR: compartir habitación, compartir baño, mesa, desayuno, tiempo de ocio… Lo que trae consigo esa parte tan social del Camino de Santiago que muchos peregrinos tanto valoran. Conlleva anécdotas, diversión, interactuar con personas de todo el mundo… pero a la vez dificultades para conciliar el sueño por el ruido, colas en los baños y en las duchas, y una ausencia de intimidad.
Y esa es precisamente la parte positiva que podemos encontrar en hoteles, casas rurales, pensiones, hostales… o cualquier tipo de alojamiento que implique una habitación privada con un baño propio. Después de una larga jornada caminando, que mejor que descansar en un mullido colchón, lejos del alboroto y el ruido.
Son muchas las opiniones y anécdotas que nos hacéis llegar, y como nos encantan todas ellas, hemos lanzado a campaña #HotelVSAlbergueGW en nuestras redes sociales
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