Santiago de Compostela puede que sea famosa por sus estrechas calles empedradas, por ser la capital de la hermosa comunidad gallega o por su increíble gastronomía. Pero hay un hecho que hace que la ciudad sea famosa más allá del Atlántico: el Camino de Santiago, un fenómeno atemporal que atrae a creyentes y aventureros indistintamente. ¿Estás pensando en probarlo y no sabes por dónde empezar? Aquí te dejamos 6 curiosidades sobre el Camino que te ayudarán a conocerlo más a fondo.
El origen del Camino
Hasta ahora habrás oído mencionar diferentes nombres y no sabes cuál es la diferencia. Todo tiene una explicación: a mediados del siglo IX la localización del sepulcro de Santiago corría en boca de todos y los peregrinos se echaron a la calle en su búsqueda. El Camino como lo conocemos ahora no era tal en esa época, ya que cualquiera que quisiera visitarlo provenía de todas partes y no existía una ruta denominada como oficial.
No fue hasta los años 90 que la UNESCO concedió por primera vez de manera oficial el nombre de Camino de Santiago al Camino Francés que, aunque es en la actualidad el más conocido entre los peregrinos más novatos, no es el único ni el más antiguo de los Caminos. El título a la ruta más antigua corresponde al Camino Primitivo, que inicia su recorrido en Oviedo en su versión completa.
Credencial del Peregrino
No importa qué Camino escojas, lo importante es recorrer al menos 100 kilómetros a pie para que se te reconozca oficialmente como peregrino. Para ello, es esencial que primero te hagas con una Credencial del peregrino, que deberás sellar en cada localidad que forma parte de la ruta. La puedes conseguir en diferentes albergues del Camino, así como en las Asociaciones de Amigos del Camino de Santiago de España.
¿Pero cuál es su historia? Los expertos afirman que la Credencial existe desde la Edad Media, cuando diferentes órganos civiles y religiosos se implicaron en la creación de una red de alojamientos y asistencia a aquellos que recorrian las diferentes rutas. Además, actuaba como salvoconducto entre las diferentes regiones y sus respectivas normas jurídicas durante el peregrinaje.
¡Buen Camino!
Vengas de dónde vengas, ¡asegúrate de saludar a tus compañeros del camino! Antiguamente, lo indicado era que un peregrino exclamase “Ultreia” y el otro respondiese “et Suseia!”. Esta tradición casi olvidada proviene de la expresión latina “Ultreia, Suseia, Santiago” reflejada en el mismísimo Códice Calixtino, unas palabras de ánimo que se traducen en “sigue, más allá está Santiago”, una frase que los más entusiastas reconocerán.
Hoy en día, es de lo más habitual que cuando dos peregrinos se cruzan, se intercambien las palabras “¡Buen Camino!”, una variante más sencilla que la expresión latina original.
Símbolos del Camino
¿Por qué la concha de Santiago? Es probablemente el símbolo más identificado del Camino. Su origen es hasta la fecha ambiguo, se mencionaba ya en el Códice Calixtino como recompensa a los peregrinos que ya han completado su camino. Y era un premio muy exclusivo, ya que la venta de las conchas de vieiras estaba permitida exclusivamente en la ciudad compostelana. Recibirás una junto a tu Compostela.
Las flechas amarillas, por otro lado otro de los símbolos más reconocibles, es obra de Elías Valiña, sacerdote de O Cebreiro, que dedicó su vida a mejorar la señalización del Camino Francés, desde Roncesvalles hasta Santiago de Compostela.
Compostela o Compostelana
La Compostela, también conocida erróneamente como Compostelana, fue inicialmente un documento escrito que tan solo acreditaba el peregrinaje de aquellas personas que realizasen el Camino por motivos religiosos o espirituales. Hoy en día, el certificado está al alcance de todo aquel que quiera recibirlo, sean cuales sean tus motivos. Recuerda que para hacerte con ella debes recorrer los últimos 100 kilómetros de cualquier modalidad a pie, o 200 kilómetros si has decidido hacer la ruta en bicicleta.
Campus Stellae
Y hablando de Compostela… ¿Sabías que el origen de esta palabra proviene del latín y significa “campo de estrellas”? No se nos ocurre un nombre más adecuado para el viaje que comienza después de tomar la decisión de hacer el Camino. ¡Por muchas noches bajo las estrellas, amigo peregrino!
¡Buen Camino!